Nací músico
sin serlo y actualmente, música y vida, vida y música transcurren conmigo en un
mundo totalmente paralelo aunque no siempre convergente.
No me
concibo a mí mismo sin sentir al menos curiosidad por un sonido acompasado.
Quizás algún día mi cerebro pueda olvidar una melodía, el nombre de un artista o lo que sería más
grave, perder atracción por la música. Pero mientras tanto, mi afición vence a
mi edad y no al revés.
Siempre he
sido muy aficionado a la percusión. De hecho, sin haber practicado nunca, he llegado
a ser batería de los Dire Straits, AC / DC , Eagles e incluso de Springsteen sin que
ellos lo supieran.
Usar manos y
pies y perderme entre cajones, platillos, pedales, cascos y aros, me hace
sentirme bien, vivo, útil.
Es increíble
lo que pueden llegar a hacer dos simples palotes acabados en punta redondeada
aunque éstos sean imaginarios.
En esos dos
simples palotes, podría incluso asemejar una existencia humana con sus
correspondientes estados de ánimo. Días o momentos en los que acariciaría esa
batería con ternura, casi sin querer, utilizando en ese caso incluso escobillas
que hicieran vibrar bordones en tiempo y modo de
balada o jazz entre amigos. Días relajados, de remanso, de pereza, de querer y
no poder, o de poder y no querer.
Otros días
con expectativas en los que un redoble continuado sería el protagonista de mi
pieza musical particular con expectativas de acabar en un sonoro y potente
golpeo de platillos.
Días de
fuerza de ánimo, de alegría, de positivismos en los que los pies y manos se
perderían en notas potentes, graves; de esas que parece que por su contundencia
provocarán que tu estómago abandone su ubicación natural.
Incluso días
en los que no tocarías esa batería utilizando los pedales, sino que
directamente darías puntapiés a todo instrumento u objeto "animado o no", que osara cruzarse
en tu camino.
Esos días en
los que las hermosas baquetas se convertirían en otras usadas normalmente para
el mantenimiento y limpieza de cualquier arma de fuego.
Sea como
fuere, o fuera como quiera, el día que pierda el interés por usarlas, ese
día, podrán decir de mí que estoy muerto.
Qué nunca pierdas la razón que la música nos regala.
ResponderEliminarY que siempre te acompañe.
Un abrazo.
YA ves, amigo Keith Moon, la percusión es la base del sonido...los primeros instrumentos musicales en el paleolítico fueron percusión (me acuerdo porque yo ya estaba allí, jejeje)...Aunque si te digo la verdad siempre te vi como el pianista del Café del Swing...ese capaz de tocar la melodía apropiada en cada momento...un fuerte abrazo
ResponderEliminarEso espero Jorge; seguir siendo un loco "cuerdo" por la música, jeje.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo. Gracias.
Pues si tú ya estabas allí, no sé cómo no nos conocimos antes porque somos de la misma quinta...
ResponderEliminarLo de ser el pianista del Café, me gusta. De color un pelín diferente al de Casablanca, pero siempre me ha gustado ese papel, jejeje.
Un fuerte abrazo musical amigo mío.