martes, 28 de abril de 2015

Baquetas

Nací músico sin serlo y actualmente, música y vida, vida y música transcurren conmigo en un mundo totalmente paralelo aunque no siempre convergente.

No me concibo a mí mismo sin sentir al menos curiosidad por un sonido acompasado.
Quizás algún día mi cerebro pueda olvidar una melodía,  el nombre de un artista o lo que sería más grave, perder atracción por la música. Pero mientras tanto, mi afición vence a mi edad y no al revés.
Siempre he sido muy aficionado a la percusión. De hecho, sin haber practicado nunca, he llegado a ser batería de los Dire Straits, AC / DC , Eagles e incluso de Springsteen sin que ellos lo supieran.

Usar manos y pies y perderme entre cajones, platillos, pedales, cascos y aros, me hace sentirme bien, vivo, útil.
Es increíble lo que pueden llegar a hacer dos simples palotes acabados en punta redondeada aunque éstos sean imaginarios.

En esos dos simples palotes, podría incluso asemejar una existencia humana con sus correspondientes estados de ánimo. Días o momentos en los que acariciaría esa batería con ternura, casi sin querer, utilizando en ese caso incluso escobillas que hicieran vibrar bordones  en tiempo y modo de balada o jazz entre amigos. Días relajados, de remanso, de pereza, de querer y no poder, o de poder y no querer.
Otros días con expectativas en los que un redoble continuado sería el protagonista de mi pieza musical particular con expectativas de acabar en un sonoro y potente golpeo de platillos.

Días de fuerza de ánimo, de alegría, de positivismos en los que los pies y manos se perderían en notas potentes, graves; de esas que parece que por su contundencia provocarán que tu estómago abandone su ubicación natural.

Incluso días en los que no tocarías esa batería utilizando los pedales, sino que directamente darías puntapiés a todo instrumento u objeto "animado o no", que osara cruzarse en tu camino.
Esos días en los que las hermosas baquetas se convertirían en otras usadas normalmente para el mantenimiento y limpieza de cualquier arma de fuego.

Sea como fuere, o fuera como quiera, el día que pierda el interés por usarlas, ese día, podrán decir de mí que estoy muerto.


4 comentarios:

  1. Qué nunca pierdas la razón que la música nos regala.
    Y que siempre te acompañe.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. YA ves, amigo Keith Moon, la percusión es la base del sonido...los primeros instrumentos musicales en el paleolítico fueron percusión (me acuerdo porque yo ya estaba allí, jejeje)...Aunque si te digo la verdad siempre te vi como el pianista del Café del Swing...ese capaz de tocar la melodía apropiada en cada momento...un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
  3. Eso espero Jorge; seguir siendo un loco "cuerdo" por la música, jeje.

    Un fuerte abrazo. Gracias.

    ResponderEliminar
  4. Pues si tú ya estabas allí, no sé cómo no nos conocimos antes porque somos de la misma quinta...

    Lo de ser el pianista del Café, me gusta. De color un pelín diferente al de Casablanca, pero siempre me ha gustado ese papel, jejeje.

    Un fuerte abrazo musical amigo mío.

    ResponderEliminar

Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

La hora de los buenos

  No hay mayor silencio que el silencio del olvido. Y no quisiera ser yo quien pasara de puntillas sin opinar por la historia más reciente d...