Nunca le di la mano, nunca escuché su risa y hasta hace muy poco, nunca contemplé su rostro.
Hoy, esa
niña ocupa mis pensamientos. Pensamientos de tristeza, pensamientos sin
respuesta, pensamientos de amargura, pero también pensamientos positivos y
aleccionadores.
El mal se
cebó con ella; el mal se instaló en su pequeño cerebro desde hace más de dos años, casi sin tiempo de
reacción, casi sin avisar.
Muchas manos la trataron, muchas mentes y corazones la rezaron; pero el final “sólo” dejó una puerta entreabierta.
Muchas manos la trataron, muchas mentes y corazones la rezaron; pero el final “sólo” dejó una puerta entreabierta.
A este lado
de esa puerta, el llanto, la incomprensión, la lucha, corazones rasgados por el
dolor más grande que unos padres pueden sentir; el dolor extremo cuando lo más hermoso
que jamás creó un amor, parte hacia ese viaje sin retorno.
Son momentos
sin consuelo, sin razonamiento, sin comprensión, en definitiva, sin sentido al
que dar en esta vida.
Pero
también, son momentos de esperanza, de fe; de pensar que esa lucha feroz que
esta niña ha mantenido con el enemigo imbatible, ha servido para algo.
Momentos de unión, de esfuerzo, de desvelo, de interiorizarse consigo mismo, de ejemplo a seguir. De pensar que esta lucha no fue en balde.
Momentos de unión, de esfuerzo, de desvelo, de interiorizarse consigo mismo, de ejemplo a seguir. De pensar que esta lucha no fue en balde.
Porque esa
puerta, por la que hoy pasa esa niña, le abrirá el mundo que sin lugar a dudas
mereció.
Un mundo sin sufrimientos, un mundo sin ira, sin hambre, enfermedades, guerras, envidias, maltratos ni odios.
Un mundo que
la cubrirá de risas, de juegos, de zapatitos de colores, de dulces y canciones;
de felicidad eterna.
Hoy, esa
niña marchó; pero nunca dejará de existir en los corazones que siempre se
asomen a esa puerta entreabierta.
Dedicado a Elena, esa niña a la que quiero pedirle que sea ella la que a partir de ahora rece por mí y por todos los que quedamos aquí. Esa niña que se fue, para convertirse en otro ángel de la guarda que velará muy especialmente por esos padres y familiares a los que deseo que Dios les dé la fuerza necesaria para afrontar estos terribles momentos.
Descansa en paz querida niña, hasta siempre pequeño ángel.
Luis seguro q estará bien y rezaremos por ella
ResponderEliminarBesos.
ResponderEliminarQue así sea.
Gracias a las dos. Besos.
ResponderEliminarSer vos con tu
ResponderEliminarnena
No hay nada mas maravilloso que mimarse a diario
abrazo
La muerte siempre es una puñalada en el alma, pero la muerte de un niño es injusta, así lo veo, Luismi, cuando trabajaba en el Niño Jesús, al hospital me refiero, no había un solo día que saliera sin un nudo en la garganta, el sufrimiento de un niño es lo más doloroso que conozco. Que Dios deje esa puerta siempre abierta, para que los que sufren puedan entrar y encontrar la felicidad que aquí no tuvieron.
ResponderEliminarMis condolencias a esos padres y a ti un abrazo.
Muchas gracias querida amiga. Ojalá todo lo que esperamos se pueda cumplir así.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.