Cuatro adultos, dos parejas, dos matrimonios bajaban por una
calle desierta a altas horas de la madrugada dejando atrás la algarabía de un
encierro popular de reses en una de tantas fiestas patronales de la geografía
española.
Esa noche, dos cosas unían a esas parejas. Una, el conocerse
desde tiempos casi inmemoriales y por otro lado, bajar esa calle a carcajada
abierta, sin recato, sin vergüenza, rememorando lo que minutos antes podía
haber sido un golpe de graves consecuencias y que al final sólo se convirtió en
un gran susto y ligeros moratones en rodillas y costillares.
Uno siempre confía en la destreza y preparación física de los
demás. Más aún si se trata de un amigo al que minutos antes había observado
realizar correctamente el ensayo general de salto de valla de poco más de un
metro, causante del incidente.
Pero una cosa es hacerlo en los ensayos y otra diferente,
hacerlo con público delante, incluida la propia esposa del infortunado
saltarín.
El impulso inicial, resultó correcto, pero aún hoy no sabemos
a ciencia cierta si un pie remolón se quedó atrás, si fue el otro el que se adelantó
o fue un verdadero cruce a la remanguillé de brazos y piernas, los que
provocaron la hecatombe.
El caso es que ese cuerpo voló por los aires, dejando tras de
sí una pierna por un lado, dos brazos por el otro y una cara de estupefacción en
aquellos que no dábamos crédito a lo que estábamos viendo.
Del susto inicial, se pasó a la relajación tras escuchar las
palabras tranquilizadoras del aprendiz de gimnasta. Y lo siguiente, fue un
torrente de carcajadas incontrolables.
Era imposible sujetar las risas de cuatro jóvenes cincuentones.
Más aún cuando bajando esa calle, nos percatamos del silencio sepulcral que
provocamos en varias decenas de jóvenes que practicaban su fiesta con el
preceptivo botellón. Ese silencio se me quedó grabado y más si cabe, cuando un joven
alto, rubio e incluso guapo, se me acerca intrigado y me pregunta al oído:
“¿Tío, vas borracho?”
Si ellos supieran que
en Londres no acabaron las Olimpiadas…
Porque aquí hubo un gran salto de puntuación extraña:
Impresión
artística: 9,6
Ejecución
del salto: -5,2
Dictamen
general por salto y risas: irían
borrachos
Y la reflexión que me surge, es que para una sonrisa, una
risa o una estruendosa carcajada, no debería haber nunca edades.
Vivamos siempre con una sonrisa en los labios y que los años
vayan pasando a “golpes” de carcajadas.
Ya lo decía César Vallejo, en los Heraldos Negros... "Hay golpes en la vida, tan fuertes ¡Yo no sé!...jajaja
ResponderEliminarCoincido contigo Luismi, realmente la sonrisa y la risa son ingredientes indispensables para armonizar nuestras vidas y hacerla más amena cada día.
La edad siempre es lo de menos.
P.D. Demoré un poquito en llegar a tu casita, porque vine volando desde lejos, pero te tenía hace días en el pensamiento.
Besitos de mariposa.
Gracias Diana. Siempre se agradecen tus visitas precisamente por ser desde tan lejos.
ResponderEliminar¿Las mariposas siempre sonríen no? Porque no concibo una hermosa mariposa triste.
Besos
Joe como lo describes amigo... te juro que lo veo en mi mente, las piernas, los brazos, las caras perplejas, jejeje, me ha divertido mucho leerlo, espero que quede como buena anécdota, no me digas que dentro de unos días va con collarín...
ResponderEliminarun fuerte abrazo
(por cierto, atento a las entradas del amigo M. Knopfler, que si os apuntais Alfonso y tú, yo tiro pa Malaga o Madrid o si la crisis aprieta nos quedamos en medio tomando birra con el cd en el coche sonando a todo trapo)
jejeje. De momento y con el futuro tan poco prometedor que tenemos por aquí, esa opción del CD va tomando enteros.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo amigo.
Espero que el saltarin no fueras tu,y si lo heras que no haya sido bada,me ha encantado lo de kas carcajadas de jovenes cincuentones,es genial,besos y abrazos para todis
ResponderEliminarNo Yolanda, no fui yo. Pero me dolió casi como si lo fuera. ¡Qué leche se pegó mi colega! Para grabarla y directa al Youtube, jejeje.
ResponderEliminarAbrazos pa tos.
Me he quedado sorprendida muy gratamente de descubrir tu blog por medio del de ohma, gran visión: la vida es un estupendo lugar si nos reímos de algunas cosas que nos suceden, dejo un besitos :)
ResponderEliminarGracias Alexia y bienvenida. El primer café y copa, ya sabes que siempre es gratis.
ResponderEliminarBesos
Siempre Luismi.
ResponderEliminarHoy precisamente vine a dejarte una de mis sonrisas ☺
Besos de Mariposa. இڿڰۣ-ڰۣ—Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ
Gracias Diana. No paro de sonreir...
ResponderEliminarBesos
Para mi que no hay mejores risas que las generadas en la vida cotidiana y eso es porque nos sorprenden, son risas que nacen con naturalidad,osea, que no las provocamos, y por supuesto, luismi, que no hay edad para reir.
ResponderEliminarDisfruté con tu entrada.
Besos.
Gracias Ohma. Tienes toda la razón. Esas risas por sorpresa, son las mejores y las más recordadas.
ResponderEliminarBesos